Meditar…

Océano Pacífico desde La Serena, Chile

Sin duda es la mejor de las actividades que hago en el día. 

Primero rutina yogui y después introspección.

Meditar me ordena, me relaja, me prepara para el agradecimiento de todo lo que he recibido, estoy recibiendo y recibiré. Me da la oportunidad de estar sola conmigo y dejar que mi mente recorra, desde mi momento presente, todas las realidades que se presentan mientras solamente respiro. 

Me lleva a sentirme respirando.

A mi cuerpo que se mueve al compás del aire que entra y sale.

Me ayuda a que todo mi pensamiento se centre en escuchar el compás del corazón en sístole y diástole. Y nada más existe. Se me empiezan a cerrar naturalmente los sentidos y surge un paisaje multidimensional. Se encienden los motores del vehículo que es mi cuerpo y la idea de Luciana se desvanece en la quietud donde todo danza. 

Y empieza la fiesta.

Todo mi ADN está escuchando la vibración de mi pensamiento y ahí vamos, co-creando.

Empezar a meditar es un proceso gradual y de muchísima paciencia contigo mism@.

Al principio es todo incómodo: la postura, los pensamientos, los picores, los dolores. Miles de cuestiones que surgen del simple hecho de sentarnos y cerrar los ojos con la intención de relajarnos. 

Escuchar lo que en verdad nos dice la mente es incómodo. 

Quedarse quiet@ puede ser verdaderamente insoportable.


Intentar parar la mente es un imposible. 

Me hace gracia leer o escuchar Para tu mente”… IMPOSIBLE, señoras y señores.

La mente no para. Se demora, disfruta del silencio y se relaja, pero no cesa.

El cerebro está diseñado para pensar. No deja de transmitir información. 

La mente dominada por el ego, el miedo, la rabia, las distorsiones de la realidad es como un mono con navaja. Transmite mensajes incoherentes que desajustan cualquier sistema, incluido el de nuestra biología. No tiene control sobre si misma, no sabe lo que hace ni el daño que puede causar y causarse.

Por eso es tan importante saber orientar nuestro pensamiento para que el mono descanse. 

A la mente hay que domesticarla enseñándole con amor y con alegría. Darle un espacio de seguridad donde pueda expresar las incomodidades, experimentarlas, integrarlas y trascenderlas para avanzar. 

Poner el pensamiento al servicio del sentimiento ayuda a equilibrar la balanza. 

Y así vas volviendo a tu centro, al amor y descubriendo la magia que te hace Ser Human@

Gracias por tu sagrada presencia

Luciana de Carvalho Diaz

Soy Luciana de Carvalho y mi misión es acompañarte en tu camino de auto-descubrimiento para que puedas manifestar una vida de triunfo y abundancia con una mirada espiritual y utilizando la voz como vehículo de transformación.

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26 de diciembre, 2015