¡Vuelen juntos, pero no atados!

Cuenta una vieja leyenda de los indios Sioux que una vez llegaron hasta la tienda del viejo brujo de la tribu y tomados de la mano, Toro Bravo, el más valiente y honorable de los jóvenes guerreros, y Nube Alta la hija del cacique y una de las más hermosas mujeres de la tribu.

- Nos amamos - empezó el joven. - ¡Nos vamos a casar! - dijo ella. - Y nos queremos tanto que tenemos miedo. Queremos un hechizo, un conjuro, un talismán. Algo que nos garantice que podremos estar siempre juntos, que nos asegure que estaremos uno al lado del otro hasta encontrar a Manitú el día de la muerte. - Por favor - repitieron - ¿hay algo que podamos hacer?

El viejo los miró y se emocionó de verlos tan jóvenes, tan enamorados, tan anhelantes esperando su palabra.- Hay algo...- dijo el viejo después de una larga pausa - pero no sé...es una tarea muy difícil y sacrificada. - ¡No importa! - dijeron los dos - Lo que sea - ratificó Toro Bravo.

- Bien -dijo el brujo- Nube Alta, deberás cazar el halcón más hermoso y vigoroso del monte. Si lo atrapas, deberás traerlo aquí con vida el tercer día después de la luna llena.

¿Comprendiste?

La joven asintió en silencio.

- Y tú, Toro Bravo - siguió el brujo - encontrarás la más brava de todas las águilas, deberás atraparla sin heridas y traerla ante mí viva, el mismo día en que vendrá Nube Alta... ¡salgan ahora!

Los jóvenes se miraron con ternura y después de una fugaz sonrisa salieron a cumplir la misión encomendada, ella hacia el norte, él hacia el sur.

El día establecido, frente a la tienda del brujo, los dos jóvenes esperaban con sendas bolsas de tela que contenían las aves solicitadas.

El viejo les pidió que con mucho cuidado las sacaran de las bolsas.

Los jóvenes lo hicieron y expusieron ante la aprobación del viejo las aves cazadas.

Eran verdaderamente hermosos ejemplares, sin duda lo mejor de su estirpe.

- ¿Volaban alto?- preguntó el brujo.

- Sí, sin duda. Como lo pediste...

- ¿Y ahora? - preguntó el joven-

-. Harán lo que les digo:

Tomen las aves y átenlas entre sí por las patas con estas tiras de cuero, cuando las hayan anudado, suéltenlas y que vuelen libres.

El guerrero y la joven hicieron lo que se les pedía y soltaron los pájaros.

El águila y el halcón intentaron levantar vuelo pero solo consiguieron revolcarse en el piso.

Unos minutos después, irritadas por la incapacidad, las aves arremetieron a picotazos entre sí hasta lastimarse.

¡Este es el conjuro!

- ¡Jamás olviden lo que han visto!

Son ustedes como un águila y un halcón; si se atan el uno al otro, aunque lo hagan por amor, no solo vivirán arrastrándose, sino que además, tarde o temprano, empezarán a lastimarse uno al otro.

Si quieren que el amor entre ustedes perdure...

¡𝗩𝗨𝗘𝗟𝗘𝗡 𝗝𝗨𝗡𝗧𝗢𝗦 𝗣𝗘𝗥𝗢 𝗝𝗔𝗠𝗔́𝗦 𝗔𝗧𝗔𝗗𝗢𝗦!

Luciana de Carvalho Diaz

Soy Luciana de Carvalho y mi misión es acompañarte en tu camino de auto-descubrimiento para que puedas manifestar una vida de triunfo y abundancia con una mirada espiritual y utilizando la voz como vehículo de transformación.

Siguiente
Siguiente

Sobre la utilidad de la tristeza